El lunes 23 de septiembre comenzó
el otoño, una estación muy esperada para los amantes del frío y las costumbres
propias de esta nueva etapa del año. Precisamente, una de las más típicas es disfrutar
del calor de una buena chimenea cuando las temperaturas comiencen a descender
(algo que tarde o temprano llegará). Si eres de los que te gusta sentarte cerca
de una de ellas pero aún no cuentas con una chimenea en tu vivienda, desde
nuestra experiencia como polvero en
Sevilla queremos hablar hoy sobre los materiales más adecuados que debes
utilizar para tener una chimenea de revista.
Generalmente las chimeneas de
tiro de las viviendas tradicionales (en muchos pueblos aún las conservan)
estaban fabricadas en materiales cerámicos muy resistentes a los cambios de
temperaturas y aislantes muy potentes como azulejos,
ladrillos y hormigón. Incluso, estos no sufren tanta dilatación con el
calor como los metales. Todas estas propiedades los convirtieron en los
materiales más empleados para la construcción de chimeneas.
Con el paso del tiempo, estos
materiales fueron quedando en desuso ya que presentaban varios inconvenientes que
dificultaban el mantenimiento rutinario como, por ejemplo a la hora de deshollinar
el tiro. Debido a su superficie rugosa contribuían a acumular muchos residuos y
hollín en ellos (con el potencial riesgo
de provocar un incendio que ello supone). En este sentido, las superficies metálicas
son mucho más lisas y, por tanto, ayudan a que las herramientas de limpieza se
deslicen mejor.
Actualmente existe una normativa
para regular en cierta medida la expulsión de humos al exterior, algo que hay
que cumplir a ciertos edificios. Esta normativa fue creada en el año 2003 bajo
las siglas UNE-EN 1443 con el objetivo de garantizar que todas estas
construcciones cumplen con unos requisitos mínimos de resistencia a la
temperatura, humedad, corrosión y otros factores. Además, dicha norma recoge los distintos tipos de chimenea que
pueden construirse, ya sean de tipo modular o a medida. No hay que olvidar
tampoco que las chimeneas metálicas cuentan con su propia regulación (UNE-EN
1856 y UNE-EN 1856-2) que se encarga de normalizar las de tipo modular, así
como sus conductos interiores (dependiendo del tipo de chimenea serán unos u
otros, pues no es lo mismo una chimenea de gas que una de pellets).
Aparte de los materiales
metálicos como los tubos galvanizados, vitrificados o de acero inoxidable, hay
otros que siguen vigentes hoy en día para este tipo de construcciones. Los más
habituales son el cemento, la arena (o mortero ya preparado), el yeso, agua, ladrillos refractarios (aquellos que
están fabricados especialmente para soportar altas temperaturas), o los ladrillos
para tabicar. Con todos estos materiales de construcción se podrá construir la “carcasa”
donde podrá ir alojado un kit de chimenea metálico, si se cuenta con él (en el
mercado los hay disponibles desde 200 euros).
En cuanto a su aspecto exterior,
para enriquecerlo, se pueden incorporar prefabricados
de escayola, pladur, baldosas
de piedra sintética, pizzara o mármol, así como ladrillos refractarios.
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