Si eres profesional de la
construcción no tendrás ningún problema en distinguir cada una de estas mezclas
y cuándo deben emplearse, pero a menudo muchos de los clientes particulares de
nuestro polvero en Sevilla nos
piden más información porque no saben cuál es el mejor para aplicarlo, aunque
los tres pueden encontrarse en cualquier obra, ya sea una gran construcción o
una pequeña reforma del hogar.
El problema ocurre porque muchas personas utilizan estas tres palabras
como sinónimas para referirse al compuesto que sirve para unir ladrillos,
bloques o adherir azulejos a la pared –por ejemplo– aunque en realidad no son
iguales. Básicamente, en realidad el mortero es una mezcla de arena con
cemento, aunque en ocasiones también se le suele añadir cal. Por su lado, el
cemento es un polvo de origen mineral con capacidades adhesivas que se agrega a
cualquier argamasa, mientras que el hormigón tiene como base la del mortero
pero con la inclusión de grava (una especie de piedras pequeñas) para darle más
consistencia. Por supuesto, en ninguna de estas mezclas puede faltar el agua para
que cumplan con su función.
A continuación vamos a analizar
con detalle, uno a uno, estos tres materiales y las funcionalidades específicas
que cumplen.
El cemento: es el elemento base en los tres y presente en todo tipo
de obras, independientemente del tamaño y envergadura. Su origen proviene de
una mezcla de materiales de caliza y arcilla, que tras ser procesadas y
mezcladas en las factorías cementeras, se combinan con yeso para conseguir que
fragüe, se trabaje con facilidad y finalmente se solidifique. En muchas
ocasiones también se le añade otros aditivos. Su funcionalidad es bien conocida,
así como sus propiedades básicas: fragua rápido y soporta muy bien las altas
temperaturas.
Hay dos tipos de cemento, por un
lado el que tiene un origen arcilloso (compuesto mayormente por arcilla y
piedra caliza en una proporción de 1 a 4) y el de origen volcánico u orgánico,
que es el empleado en las construcciones ecológicas. El denominado cemento
Porland no es una variedad más, sino que recibe ese nombre por su color, el
propio de las canteras de dicha región británica.
El mortero: como ya hemos comentado consiste en la mezcla del
cemento con la arena. Generalmente se emplea una proporción de 1 a 3 (1 unidad
de cemento por 3 de arena), aunque no existe una fórmula fija, pues dependerá
del uso al que se vaya a destinar. Habitualmente, el mortero se emplea en la
construcción para unir los ladrillos de un nuevo muro o tabique o como
revestimiento de paredes. Este tipo está indicado para pequeñas reformas del
hogar, donde no es necesario comprar ninguno de los dos materiales a granel.
En los almacenes de materiales de construcción se comercializa
morteros ya hechos, para uso doméstico principalmente, e incluso se pueden
encontrar de distinto tipo como los morteros de cal (arena, cemento más cal) o
morteros de cemento (arena y cemento). Hay otros como los morteros bastardos en
cuya fabricación se utiliza, casi de forma improvisada, la arena que haya a
mano junto al cemento. En las reformas integrales o construcciones de obra
nueva, se suelen comprar sus materiales por separado y los profesionales lo
mezclan, junto al agua, en hormigoneras o contenedores.
Actualmente, se comercializan
muchos tipos de morteros, a los que se le añaden aditivos químicos a la base
original para conseguir distintas propiedades como la resistencia al fuego, a
la humedad o un tiempo de secado muy rápido.
El hormigón: por último hablamos de esta mezcla. Se trata del
elemento más importante para construir cimientos y las estructuras internas de
los edificios. A la mezcla base de un mortero habitual (arena y cemento) se le
añade grava para darle mayor resistencia y solidez cuando fragua, consiguiendo
unas propiedades similares a la de la piedra.
En muchas ocasiones, para crear
los “esqueletos” de las construcciones, se coloca dentro de la mezcla unas
varillas de acero para dotarla de cierta flexibilidad, lo que pasa a
denominarse como “hormigón armado”. El sistema más habitual para trabajarlo es
verter la pasta (una vez mezclada con agua) en moldes de madera o metal
colocados convenientemente que sirven para dar forma al hormigón antes de que
frague.
En resumen, cada mezcla tiene su
función. Por eso, no se puede utilizar el mortero para levantar los cimientos
de un edificio, pues carecería de la solidez necesaria, ni se puede emplear
hormigón para colocar ladrillos, pues se vería afectado por los movimientos
habituales de contracción y expansión y terminaría desmoronándose. Por
supuesto, si tienes alguna duda, en Materiales de Construcción Valdezorras
estamos a tu disposición para resolver cualquier duda.