martes, 11 de junio de 2019

¿Qué diferencias hay entre mortero, cemento y hormigón?


Si eres profesional de la construcción no tendrás ningún problema en distinguir cada una de estas mezclas y cuándo deben emplearse, pero a menudo muchos de los clientes particulares de nuestro polvero en Sevilla nos piden más información porque no saben cuál es el mejor para aplicarlo, aunque los tres pueden encontrarse en cualquier obra, ya sea una gran construcción o una pequeña reforma del hogar.



El problema ocurre porque muchas personas utilizan estas tres palabras como sinónimas para referirse al compuesto que sirve para unir ladrillos, bloques o adherir azulejos a la pared –por ejemplo– aunque en realidad no son iguales. Básicamente, en realidad el mortero es una mezcla de arena con cemento, aunque en ocasiones también se le suele añadir cal. Por su lado, el cemento es un polvo de origen mineral con capacidades adhesivas que se agrega a cualquier argamasa, mientras que el hormigón tiene como base la del mortero pero con la inclusión de grava (una especie de piedras pequeñas) para darle más consistencia. Por supuesto, en ninguna de estas mezclas puede faltar el agua para que cumplan con su función.

A continuación vamos a analizar con detalle, uno a uno, estos tres materiales y las funcionalidades específicas que cumplen.

El cemento: es el elemento base en los tres y presente en todo tipo de obras, independientemente del tamaño y envergadura. Su origen proviene de una mezcla de materiales de caliza y arcilla, que tras ser procesadas y mezcladas en las factorías cementeras, se combinan con yeso para conseguir que fragüe, se trabaje con facilidad y finalmente se solidifique. En muchas ocasiones también se le añade otros aditivos. Su funcionalidad es bien conocida, así como sus propiedades básicas: fragua rápido y soporta muy bien las altas temperaturas.

Hay dos tipos de cemento, por un lado el que tiene un origen arcilloso (compuesto mayormente por arcilla y piedra caliza en una proporción de 1 a 4) y el de origen volcánico u orgánico, que es el empleado en las construcciones ecológicas. El denominado cemento Porland no es una variedad más, sino que recibe ese nombre por su color, el propio de las canteras de dicha región británica.

El mortero: como ya hemos comentado consiste en la mezcla del cemento con la arena. Generalmente se emplea una proporción de 1 a 3 (1 unidad de cemento por 3 de arena), aunque no existe una fórmula fija, pues dependerá del uso al que se vaya a destinar. Habitualmente, el mortero se emplea en la construcción para unir los ladrillos de un nuevo muro o tabique o como revestimiento de paredes. Este tipo está indicado para pequeñas reformas del hogar, donde no es necesario comprar ninguno de los dos materiales a granel.

En los almacenes de materiales de construcción se comercializa morteros ya hechos, para uso doméstico principalmente, e incluso se pueden encontrar de distinto tipo como los morteros de cal (arena, cemento más cal) o morteros de cemento (arena y cemento). Hay otros como los morteros bastardos en cuya fabricación se utiliza, casi de forma improvisada, la arena que haya a mano junto al cemento. En las reformas integrales o construcciones de obra nueva, se suelen comprar sus materiales por separado y los profesionales lo mezclan, junto al agua, en hormigoneras o contenedores.
Actualmente, se comercializan muchos tipos de morteros, a los que se le añaden aditivos químicos a la base original para conseguir distintas propiedades como la resistencia al fuego, a la humedad o un tiempo de secado muy rápido.

El hormigón: por último hablamos de esta mezcla. Se trata del elemento más importante para construir cimientos y las estructuras internas de los edificios. A la mezcla base de un mortero habitual (arena y cemento) se le añade grava para darle mayor resistencia y solidez cuando fragua, consiguiendo unas propiedades similares a la de la piedra.

En muchas ocasiones, para crear los “esqueletos” de las construcciones, se coloca dentro de la mezcla unas varillas de acero para dotarla de cierta flexibilidad, lo que pasa a denominarse como “hormigón armado”. El sistema más habitual para trabajarlo es verter la pasta (una vez mezclada con agua) en moldes de madera o metal colocados convenientemente que sirven para dar forma al hormigón antes de que frague.

En resumen, cada mezcla tiene su función. Por eso, no se puede utilizar el mortero para levantar los cimientos de un edificio, pues carecería de la solidez necesaria, ni se puede emplear hormigón para colocar ladrillos, pues se vería afectado por los movimientos habituales de contracción y expansión y terminaría desmoronándose. Por supuesto, si tienes alguna duda, en Materiales de Construcción Valdezorras estamos a tu disposición para resolver cualquier duda.