Los áridos son uno de los grandes
olvidados a la hora de hablar de materiales
de construcción, aunque resultan imprescindibles a la hora de realizar
cualquier obra. Por ello, en este artículo queremos hablar de los diferentes tipos de arena y gravas que
podrás encontrar en nuestro polvero en Sevilla
o en cualquier otro almacén de materiales.
Lo primero que hay que tener en
cuenta es que su función principal es, habitualmente, la de complementar al
cemento para la realización de hormigón (mezclada también con grava) y mortero
con el que realizar distintos trabajos de albañilería como levantar tabiques,
colocar azulejos o baldosas, revestir paredes, etc. Además, los áridos –que deben
tener un alto porcentaje de sílice– también se emplean en la realización de
prefabricados como bloques, vigas, etc. En todos estos casos, puede añadirse a
la mezcla junto al cemento otro material, la grava (en sus diferentes tamaños),
para conseguir una mayor resistencia.
Sus diferentes tipos y usos
Actualmente hay disponibles
varios tipos de arenas: fina, de miga, gruesa, lavada y la conocida como “arena
viva”, aunque todas ellas tienen en
común que sus granos no superan los 5 milímetros de tamaño. Precisamente,
este tipo es la empleada generalmente para la fabricación del mortero
(popularmente conocido como “mezcla”) que emplea cualquier empresa de reformas o profesional de la construcción
para agarrar unos ladrillos con otros a la hora de levantar un tabique. Cuando los
granos son superiores a los 5 milímetros ya se consideran a estos áridos como gravas
o gravillas, siendo estas las empleadas en la elaboración de hormigón.
Arena fina: de aspecto similar a la de la arena de cualquier playa,
se emplea frecuentemente, junto con el cemento, para fabricar el mortero
necesario para la construcción de
tabiques y enfocados, sobre todo, en fachadas exteriores. Su origen puede ser
natural (graveras de la propia naturaleza), o bien mecánico (resultado del
triturado de roca de cantera).
Arena de miga: recibe este nombre porque es un poco más gruesa que
la anterior. Su empleo más común es el de servir de unión entre materiales o
para fabricar mortero junto con cemento.
Arena gruesa: se considera así aquella que supera los 4 milímetros
de tamaño. Generalmente, se utiliza para la elaboración de “mortero de
albañilería”, el cual se utiliza para múltiples tareas.
Arena lavada: de calidad más alta que las anteriores debido a su
gran contenido en cuarzo.
Arena viva (o repasada): se trata de un tipo de arena que, por su
baja composición en arcilla y alto en sílice, permite que el mortero no se
agriete pero que a su vez tenga gran fuerza. Por ello, es la favorita de las
empresas de reformas en Sevilla para
enlucir paredes, pues al secarse, se agrieta mucho menos.
La grava, un elemento imprescindible
Junto con el cemento, la piedra de yeso y la arena
es el ingrediente imprescindible para la elaboración de hormigón. Al igual que
ocurre con la arena, la podemos encontrar de diferentes tipos. Las más comunes
son la grava y la gravilla (más pequeña) que, a su vez, pueden adquirirse
lavadas o mezcladas con arena (planché o revuelto).
Para terminar, tenemos que
mencionar que hoy en día algunas empresas españolas se dedican al tratamiento
de escombros para generar áridos con destino a la construcción, una alternativa
que contribuye a preservar nuestro medio ambiente.
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